martes, 12 de enero de 2010

GRANADA Y SU MILENIO, por Mario Ortega


Las ciudades, como los sueños,
están construidas de deseos y temores,

Italo Calvino, Las ciudades invisibles

Érase una vez una ciudad que cumpliría pronto mil años. Al menos eso decidieron algunos próceres del lugar. Aunque el debate académico sobre su origen está vivo, y parece bastante probable que antes de nacer ya hubiese nacido, y aun antes ya hubiese existido un lugar poblado íbero y romano llamado Iliberri. En cualquier caso, hace muchos siglos que el fruto del granado le dio nombre, Granada. Un nombre tan gustoso que al pronunciarlo chispean en la boca rubíes y amapolas.

La Granada de hoy conserva en su seno perlas y vacíos, poetas y doctores, cátedras y amantes, eriales públicos y jardines interiores, pérdidas y olvidos, amalgamados por una elite política que alimenta con una gota de leche diaria su poder real. Un alimento completo que suministrado en la dosis adecuada adormece el espíritu e impide la muerte. La Granada de hoy vive del pasado hipotecando el futuro. Un pasado antiguo y remoto evocado en postales para los turistas que, como en la Maurilia de Italo Calvino “no representan a Maurilia como era, sino a otra ciudad que por casualidad se llamaba Maurilia como ésta.” El caso es que los habitantes de Granada cada vez tiene mas dificultad para reconocer a Granada en Granada. Los turistas no tienen ese problema, llegan al Albayzín y a la Alhambra, pasean por la Carrera del Darro, suben al Sacromonte en microbuses nocturnos, y se van rápido, como hacen todos los turistas del mundo, para contar, con el testimonio gráfico de sus mil fotos digitales, que estuvieron en un lugar como Granada.
Mientras todo eso ocurre, las gentes de la ciudad se sumergen a diario en otra ciudad. En la ciudad cotidiana hay muchachas madrugadoras que trabajan de cajeras por 600 euros, abuelas que esperan el autobús con paciencia infinita, jóvenes que conscientes de la levedad de su vida, rasgan con sus motos una paz que ya no existe, adultos circunspectos en el interior de su automóvil, niñas que respiran las miasmas de una polución persistente, madres con sus bebés que no encuentran árboles frondosos en los techos de los aparcamientos, atletas obligados a jugar al pádel a doce euros la hora, gentes de barrio a las que tendrá que gustarle el golf aunque no quieran, estudiantes de arte que sueñan Berlín, comerciantes de barrio que ven como sus negocios se apocan por la salpicadura veguera de grandes superficies comerciales.

Mientras todo eso ocurre, unos cuantos concejales y concejalas se reunieron en los salones municipales urgidos por su propia indolencia para acordar unas cuantas propuestas dignas de la celebración milenaria. Entre el millón de propuestas posibles eligieron diecinueve. “Mañana sol y buen tiempo”, que dijera el clásico de Siniestro total. Granada será Capital Mundial de la Poesía, Ciudad de Festivales, celebrará el Campeonato Mundial de Judo y acabará aquí la Vuelta Ciclista a España. Granada tendrá un Albaycín rehabilitado, su centro será declarado Patrimonio de la Humanidad, y habrá especial atención a los barrios desfavorecidos, Zona Norte a la cabeza. Granada tendrá una Bienal de Flamenco y Música Andalusí y Sefardí, también habrá un Congreso de Historia del Reino de Granada, Cumbre del Culturas y Premio del Milenio. Además se acabarán las infraestructuras pendientes. Y para todo ello y mucho mas, habrá mucha, mucha, mucha participación ciudadana. Fastos y fuegos artificiales que agradan a la ciudad de la gota de leche y que dan pie a proponer mas ideas para el Milenio. Así se podrían proponer un Congreso de Organizadores de Festivales de Música y Danza, un Mundial de Cetrería (que resultará muy nazarí), un Certamen de Economistas para el Milenio, un Encuentro de Novelistas Especialistas en Novela Histórica, un Campeonato Mundial de Filosofía Esotérica y Arábiga, y mucho mas, y sino al tiempo.

Son escasas las voces que se han oído, no ya criticando las propuestas, que nos pueden gustar mucho o poco, ya que todas parecen dignas haya milenio o no, sino pidiendo una celebración mas reflexiva, mas coherente, que plantee objetivos que actúen sobre los problemas reales de la ciudad y sus gentes. Voces que adviertan que no se puede empezar la casa por el tejado, que es necesario un compromiso de Estado. Voces que planteen qué celebramos, por qué lo celebramos y para qué lo celebramos. Voces que definan objetivos sociales, económicos y ambientales de cara a una ciudad mas sostenible. Voces que saquen a la luz lo mejor de lo que nos legaron las generaciones pasadas, como la Vega, para legar a nuestras hijas e hijos lo mejor de nuestra generación. Movilidad, protección del entorno agrario y paisajístico, infraestructuras medioambientales, culturales, turísticas, sociales, educativas y deportivas, que regeneren el tejido y la vida urbana, que fomenten el civismo y la tolerancia, son objetivos absolutamente necesarios. Los fastos y las fiestas vendrán por añadidura, no lo dudemos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bravo Mario.

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